Mi dios es lo que la nada dicta
Es
La forma difusa de las formas,
La continuación de la noche.
Yo le miro escondido en las faldas de mi madre
Y me responde haciendo morisquetas con sus bigotes.
Mi dios me acompaña jugando
Y puntualmente llama en el ocaso
A sus ángeles y se acuesta.
Mi dios –dios mío-
Le reza a su dios.
De: Una docena de epitafios
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