Quijote

Quijote

miércoles, 8 de octubre de 2008

No estás en ti, sembradora

Mi casa se derrumba y sus muros

arrojados tienden sue exhaustas manos

.Polvo sobre mi cara, polvo en mis pies

polvo en mi, como la muerte respirando

en mi nuca derramada en las sábanas

,y mi mano sosteniendo un cerebro andrajoso.

Polvo en mi, polvo y perfumado

desde anaqueles inconclusos

,todo a medio hacer

,como una estela fulgurante.


Zumbidos rezos, jaculatoria y miasmas

Oprimidos en las paredes

,prova forza, omniun est

descascarándose, inoscencia y radiante

continuidad de la muerte, sembradora

;otros pastizales arden

como tu semejante izando patrios pabellones

pobres; vuelve hacia ti, como un ejército

a la desbandada, anorgásmica criatura de velo.

Hoy desperté con sonrrisa en polvorosa

agregando altura a la altura de mis manos

cual rosa negra y cultivada, feroz de sus límites

tersa mortuoria allegada

;pálpeme el escorbuto de mi iris, lonja

en el ojo su postura hipnótica

sembrado de muertos en tierra.

Te recogen manco, ebrio

en una ciudad olvidada

donde todo es parecido a un rostro

olvidado en el asfalto húmedo

de tu craneo. Allí como sombras insomnes

vagabundeas fiebres; extractos

de pura luscia, de lámpara solicitada

cual soledad en el filo del día.

Amanece derruido el paisaje

con ojos rojos

;amanece tierra y sol amanece

como lágrima tibia en el firmamento.

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